Las imágenes de un avión derribado por grupos rebeldes en Ucrania estuvieron a punto de nunca ser vistas. Su autor, Jerome Sessini las recuperó de último momento.
A Jerome, fotógrafo de la agencia Magnum lo conocí hace poco más de un año durante la cobertura del éxodo centroamericano, tuve la fortuna de trabajar y aprender a su lado. Hoy somos amigos.
Convivimos más allá de la foto, platicamos muchas veces con tacos y cerveza. Fue en una de esas ocasiones cuando me contó lo que ocurrió ese día en aquel campo de trigo en Ucrania. Él fue de los primeros en documentar la tragedia.
Un avión de Malasya Airlines que viajaba de Amsterdam a Kuala Lumpur fue derribado por rebeldes ucranianos. La aeronave se estrelló en la región de Donetsk. 298 personas viajaban, ninguno sobrevivió.
Poco después del accidente Sessini llegó al lugar y comenzó a disparar con su cámara. Llevaba tiempo documentando el conflicto ucraniano, así que sabía que las autoridades no tardarían en llegar para tomar el control.
Me platicó que en ese momento la situación era muy tensa, cientos de cadáveres quedaron esparcidos sobre un campo de trigo. Como protección cada cinco minutos sacaba la tarjeta de la cámara e insertaba una nueva, si el ejercito ucraniano le confiscaba el equipo no se llevaría todas las fotos. Al menos eso pensaba.
Ocurrió lo que tanto le preocupaba, unos hombres vestidos de negro y armados llegaron al lugar, a pesar de que Jerome se identificó como prensa, fue despojado de sus pertenencias. La cámara y las tarjetas que había guardado en sus bolsillos. Su trabajo estaba perdido.
Al borde de la desesperación, poco antes de irse, mi amigo se jugó la última carta. No tenía nada que perder. Necesitaba las fotos. En un arrebato de coraje y con los brazos extendidos se paró enfrente de las camionetas de los hombres armados.
Del vehículo descendió la persona que le había quitado sus cosas. Después de algunos minutos de negociaciones, Jerome pudo recuperar su equipo y las tarjetas. Me cuenta que fue una suerte, él pensaba que había perdido todo.
Al final las fotos se publicaron y se volvieron un boom mediático. Eran unas imágenes potentes, poéticas que mostraban las consecuencias de un conflicto que sigue vivo hasta nuestros días.
Jerome ganó un World Press Photo en el 2015 por esa serie. Aquella ocasión, entre risas, me dijo que se arriesgó mucho por esas fotos. Fue una locura. "Mierda, casi pierdo las fotos ese día"
Les recomiendo sigan su cuenta de instagram @jeromesessini.