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Detrás de la foto...

Para la mayoría de personas, el Año Nuevo es fecha para la familia, pasar el tiempo con sus seres queridos, plantear propósitos, en fin. Besos, abrazos y apapachos. Pero para Omar Martínez, fotógrafo de la agencia Cuartoscuro, fue una noche de arduo trabajo: cientos de migrantes centroamericanos intentaron cruzar de manera ilegal a Estados Unidos.



Ninguno de los dos bandos dio tregua, no importó la lluvia, las bajas temperaturas ni el fuerte viento. De un lado, la patrulla fronteriza de Estados Unidos parecía inamovible. Así lo muestra la fotografía de Omar, quien para trabajar tuvo que emular los silenciosos movimientos de los migrantes. No podían ser descubiertos.

Del lado mexicano los indocumentados aguardaban sigilosos, casi espectrales. De vez en cuando se levantaban sincronizados para analizar el panorama. Esa noche, sí o sí “brincarían” al otro lado.

Pero regresemos un poco para que imaginen cómo fue el proceso de Omar durante ese día. Desde las 10 de la mañana llegó a lo que se conoce como La Cúspide, la entrada de Playas de Tijuana, el punto de encuentro de los integrantes de la Caravana.

Aunque esperaba actividad desde temprano, todo estuvo atípicamente tranquilo, lo único que llegó a esa zona fue el repartidor de pizzas. Ésa fue la comida de Omar y otros colegas que ya estaban en el área. Escogieron comer ahí porque no querían arriesgarse a perder un buen momento por “ir a echar taco”.

Doce horas después, decenas de personas llegaron cargando su vida en una mochila colgada a la espalda. Lo único de color que resaltaba en este terreno arenoso eran las gorritas y las chamarras de los niños migrantes.

Poco a poco empezaron a caminar hacia “la línea”, que en esa zona es una barrera de lámina oxidada, sobre una base de alambre de púas, eso es lo que los separa de sus sueños. A pesar de sus intentos por ser cautos, fueron detectados por la patrulla fronteriza. La lluvia apareció.

Uno de los policías estadounidenses estaba en una pequeña pendiente, con arma en mano observaba. La lluvia caía sobre Omar, sólo el sombrero lo resguardaba. En ese momento hizo click y capturó la imagen que inspiró este texto.

Las autoridades estadounidenses exhortaron a los centroamericanos a que no brincaran o serían detenidos, muchos de ellos eso querían, para así poder solicitar asilo en Estados Unidos. A los que no, los agentes migratorios intentaron persuadirlos de muchas formas, una de ellas fue usar gas lacrimógeno.

También le gritaron a los migrantes que los dejarían pasar si hacían que los periodistas se fueran, para ponerlos en su contra. “Esto es un circo”, “díganles que se vayan (a los periodistas) y los dejamos pasar”, “Es Año Nuevo, ¿qué hacen aquí?”, “Sus cámaras son caras, que los ayuden ellos”, fueron algunas de las frases que soltaron los miembros de la patrulla fronteriza a quienes se encontraban del lado mexicano. Omar y los demás periodistas no hablaron, sólo observaron. No podían tomar partido.

Así transcurrió la noche hasta que en la madrugada se rompió la calma, los migrantes centroamericanos decidieron brincar, pero fueron repelidos con gases lacrimógenos. En cuestión de minutos se blindó la frontera: helicópteros, militares y policías fue el paisaje en el lado de Estados Unidos.

Sólo unos cuantos lo lograron pero fueron detenidos. Los demás regresaron a los albergues de Tijuana. Comer el recalentado de la cena de Año Nuevo y descansar un poco, para intentarlo...una vez más.

Pueden conocer el trabajo de Omar Martínez en su cuenta de Instagram: omarmartineztj

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